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(Foto: Archivo Histórico rayero) |
En toda esa década hubo varias riadas bastante serias y una de ellas estuvo a punto de romper la mota del río, lo que hubiera supuesto un serio peligro para nuestro pueblo. Afortunadamente entre La Raya y el Rincón de Seca se produjo un aliviadero en la mota que evitó males mayores, aunque en esta ocasión los rinconeros vieron el agua correr por la Plaza de su Iglesia y calles aledañas. Los huertanos -los pocos que ya quedan dedicados a la noble tarea de cultivar la tierra- suspiran mientras observan el cielo y no por ver ninguna riada, sino porque se produzca una época de lluvias que rellene los embalses y pueda asegurar los riegos.
(Redacción)