domingo, 17 de junio de 2012

EL ALCALDE DE MURCIA CONTINUA IMPUTADO TRAS SUS DECLARACIÓN ANTE EL JUZGADO DE MURCIA POR UN PRESUNTO DELITO DE PREVARICACIÓN ADMINISTRATIVA


EL PRIMER EDIL SE AMPARA EN LOS TÉCNICOS MUNICIPALES PARA AUTO-EXCULPASE DE CUALQUIER RESPONSABILIDAD

Fueron cinco horas y media de interrogatorio a lo largo de las cuales el alcalde, Miguel Ángel Cámara, de forma simbólica y, a veces,  no tanto, se limitó a encogerse de hombros ante la mayor parte de las preguntas. El primer edil de la ciudad de Murcia durante los últimos 17 años, aseguró ayer desconocer la inmensa mayoría de las cuestiones referidas al urbanismo local por las que le preguntó el fiscal anticorrupción, Juan Pablo Lozano. Se aferró al argumento de que todo lo relativo a los seis convenios urbanísticos que se firmaron en la zona norte del municipio -entre ellos el de Nueva Condomina y el que permitió rehabilitar el Casino- le llegaban previamente «informados» por parte de los servicios técnicos del Consistorio, así como avalados legalmente por el secretario municipal, José Luis Valenzuela, ya fallecido. Cámara no se salió ni una sola vez de una especie de táctica previamente establecida; dijo no saber ni querer saber nada de cuestiones técnicas y legales, por lo tanto  una vez que tenía a su disposición los informes según los cuales tales convenios eran viables desde estos puntos de vista, él y su equipo de Gobierno se limitaban a adoptar la decisión política de darles luz verde o no y finalmente ratificarlos con su firma. Fuentes bien informadas que han conocido la forma en que se desarrolló la toma de declaración a Cámara por su supuesta implicación en el “caso Umbra”, coincidieron en señalar que todos los esfuerzos del fiscal anticorrupción por sacarlo de esa posición resultaron baldíos.

De esta forma, según estas fuentes, si el fiscal le preguntaba sobre su conocimiento de la legislación que se estaba aplicando a un determinado convenio ésta era la adecuada, el alcalde replicaba que no tenía por qué dudar de ello, ya que era la normativa utilizada por los técnicos. Si le cuestionaba por la utilización de una ley que en ese momento ni siquiera estaba aprobada, respondía más o menos lo mismo y añadía que el secretario municipal no había hecho advertencia alguna al respecto. Y si la fiscalía se interesaba acerca de las razones por las cuales no supervisaba el trabajo de los técnicos, habría respondido que no tenía por qué dudar de ellos y que además no tenía conocimientos suficientes como para fiscalizar su trabajo. Ante tales argucias, por muy legales que sean, el ciudadano medio se pregunta ¿Para qué queremos entonces un Alcalde al frente del Municipio, si son los “técnicos” quienes realmente gobiernan y hacen lo que les viene en gana? ¿Quién controla a los “controladores”? Evidentemente este caso dará todavía mucho que hablar y se verterán ríos de tinta. Y mucho nos tememos, como venidos diciendo habitualmente, que al final LA JUSTICIA SERÁ PARA LOS RICOS Y PODEROSOS Y PARA LOS POBRES TODO EL PESO DE LA LEY.