LOS MALES ENDÉMICOS QUE ARRASTRA ESPAÑA DESDE HACE DÉCADAS
TIENEN SIEMPRE EL MISMO ORIGEN
Ahora que estamos en medio de una brutal crisis que nos
viene asfixiando desde hace varios años (al pueblo, claro) nuestros ínclitos
gobernantes (sin distinción de ideologías) parecen empezar a darse cuenta del
monstruo burocrático que ha ido creciendo al calor de ese llamado Estado de las
Autonomías, un extraño híbrido que posiblemente no tiene parangón en ningún
otro país del mundo. Pero como decimos es ahora cuando parecen darse cuenta,
cual doctor Frankestein, de la clase de monstruo que han ido engendrando poco a
poco, hasta que la bestia se les ha hecho ingobernable… y extremadamente
costosa; con razón hemos repetido hasta la saciedad que este país es una voraz
piraña que se está devorando a sí misma y lo viene haciendo desde muchos años
atrás.
Los Ayuntamientos son un claro exponente de este aberrante
estado de cosas que hoy nos pasa factura, aunque las víctimas, como decimos,
sean siempre los mismos. Pero el problema, en sí, no es la figura del
Ayuntamiento como institución, sino la sobredimensión y los excesos de
competencias que a ellos se les han adjudicado. Murcia es un claro ejemplo,
como muchos otros lugares de España. Aquí tenemos 45 Ayuntamientos, algunos en
poblaciones que apenas sobrepasan los 600 habitantes, con tal cantidad de
ediles que comparativamente y en “representatividad” son de lo más variopinto.
Así la capital murciana, con un censo de 442.203 habitantes (cifran censales,
sujetas a variación) tiene 29 concejales, lo que vendría a suponer 1 por cada
15.248; vayamos al otro extremo de la balanza. Ojós con 610 vecinos tiene 7, lo
que arroja un total de 87 por edil. Cartagena tiene 27, para una población de
214.918 almas (1 por 7.960) Ulea, con 919, reparte 1 por cada 131 habitantes y
como último ejemplo Librilla, con 4.730 personas, tiene 11, o lo que es igual: 1
por cada 430. En muchos otros ayuntamientos coexisten las llamadas diputaciones
o pedanías, con alcaldes o presidentes de juntas vecinales, más sus
correspondientes vocales. Y esto solo en Murcia, no digamos nada del resto de
España que tiene una cifra de 8.116 municipios para una población total, a
escala nacional, de 47.190.494. Si repartimos nos sale que hay un ayuntamiento
por cada 5.814 ciudadanos. Claro que esto es una “minucia” si tenemos en cuenta
que a escala nacional, y dentro del ámbito gubernativo-legislativo, tenemos más
diputados y senadores que Estados Unidos, que tiene cerca de 250 millones de
habitantes. ¿Y qué decir de los 17 mini-Estados, llamados Autonomías…?
No es de extrañar que ante esta crisis, que es general,
nuestro país sea uno de los más perjudicados, porque ello tiene una lógica
aplastante. Ahora se habla de recortar un 30% el número de concejales, pero no
se habla nada de suprimir Ayuntamientos, ni Comunidades Autónomas, ni
Diputaciones o Cabildos, ni por supuesto tocar el Congreso ni esa inutilidad
llamada Senado y no digamos nada del aparato gubernamental. España no necesita
tijeras ni “tijeretazos”, sino una buena y afilada catana que cercene, en
primera instancia, el 50% del aparato burocrático…y después ya veremos si se
precisa una nueva poda. Aunque mucho nos tememos que la famosa frase de
Lampedusa :”cambiemos algo para que todo siga igual” empieza a cobrar todo su
grotesco significado.
(REDACCIÓN)


