sábado, 21 de julio de 2012

ESPAÑA AL BORDE DEL RESCATE…Y DEL ABISMO


CON LA PRIMA DE RIESGO DISPARADA Y SUPERANDO LOS 600 PUNTOS BÁSICOS SOMOS UNA PRESA FÁCIL POR LA PRESIÓN DE LOS MERCADERES QUE SON QUIENES VERDADERAMENTE NOS GOBIERNAN

A muchos se les llenaba la boca, pletóricos de alegría, cuando entramos a formar parte de esta mal llamada Unión Europea, cuyo nombre correcto debería ser Unión Europea de Mercaderes y Usureros, que reduce a las naciones soberanas al mero papel de Colonia o Protectorado. El segundo error fue adoptar el euro como monea única (¡qué listos los ingleses al conservar la suya, mal que nos pese reconocerlo!). Muchos adivinábamos que el euro iba a significar, a la larga, un auténtico cataclismo económico, como así ha sido; no deja de ser curioso que los países del Sur (Grecia, Italia, España y Portugal) sean los que hoy están sufriendo las peores consecuencias de una crisis que aún desconocemos cómo y de qué forma va a terminar. Países que comenzaron a disfrutar las delicias de este capitalismo de nuevo cuño, ignorando lo que les aguardaba a la vuelta de la esquina. Creíamos haber inventado el Paraíso. Vivimos por encima de nuestras posibilidades y disfrutamos con las vacas gordas. Montamos un modelo de Estado que se ha revelado insostenible por los cuatro costados, con un feroz aparato burocrático que es el cáncer que corroe la médula de nuestra economía. Y ahora estamos pagando las consecuencias. España es hoy una ¿nación? donde ni siquiera se sabe el número de políticos que viven parasitariamente de un Estado raquítico que cada vez va a menos. Por decirlo gráficamente es como un perro acosado de garrapatas donde siguen acudiendo otras a millares a chupar la poca sangre que queda.



Los últimos gobiernos, especialmente el actual y el anterior, han sido lo más nefasto que nos ha podido ocurrir en los últimos 50 años. Políticos mediocres y sectarios que han actuado con un escandaloso descerebramiento, manteniendo un modelo de Estado insostenible que nos lleva directamente a la ruina. Varias generaciones futuras de españoles habrán de pagar también muy caro los dispendios incontrolados de esta execrable casta política que debería ser barrida del mapa de un solo golpe, sin distinción de colores ni ideologías. Y frente a todos ellos ¿qué tenemos? Una masa de indignados de fin de semana, que acuden a manifestaciones con el mismo sentido folklórico que se va a una romería o montan la tienda de campaña en improvisados campings veraniegos sobre plaza pública. La indignación no sirve para nada si no va acompañada de un ansia revolucionaria, auténticamente renovadora, que subvierta el anacronismo en el que hoy vivimos. Con razón decía Lenin que la democracia es la posibilidad que tiene el ciudadano de cambiar de tirano cada cuatro años. O como también aseguraba Benjamín Franklin: “dos lobos y un cordero, decidiendo lo que se va a comer”. No es este tipo de democracia liberal-capitalista, inútil y tutelada la que va a salvar al pueblo. No es este modelo de Estado (la peor réplica de una República federal) el más idóneo para sacarnos del lodazal en el que estamos metidos y tampoco creo que sea este tipo de sociedad aquella que sea capaz de reaccionar frente a tanta indignidad e injusticia. Se necesita un auténtico PUEBLO que esté dispuesto a luchar hasta las últimas consecuencias por regenerarse y regenerar a la Nación ya sea por la fuerza de la razón o la razón de la fuerza. Pero… ¿existe ese pueblo?

(P.C.M.)