LA ALERTA NARANJA ES CASI FRECUENTE EN UNA REGIÓN
TRADICIONALMENTE MUCHO MÁS CALUROSA EN LOS ÚLTIMOS DOS DECENIOS
La agresión brutal que en Murcia se ha hecho contra la
Naturaleza nos está pasando factura y la seguirá pasando en el futuro. De la
nefasta fiebre del ladrillo, ese insano monocultivo que convirtió grandes zonas
verdes en moles de ladrillo y cemento, seguiremos pagando las consecuencias año
tras año. La vegetación murciana, la huerta tradicional, ruin y
mustia como diría nuestro genial poeta Vicente Medina, la dejamos perder y
aquí tenemos las con secuencias. Cimbramos las acequias y azarbes, talamos
mimbrales y toda la arboleda ribereña del Segura, destruimos el sistema
tradicional de regadío, convertimos fértiles huertos en solares de yerba
reseca, abandonamos la tierra, cortamos los cañaverales y bosquecillos y como
consecuencia de tanto desatino desapareció aquel microclima que antaño nos
ayudaba a soportar los rigores estivales.
Por esta razón las temperaturas alcanzan y superan los 40ºC, incluso a la sombra, haciendo
insoportable y peligroso caminar por la calle en las horas centrales del día:
el propio Observatorio de Hidratación y Salud en colaboración con la
Organización Médico Colegial ha elaborado un estudio sobre hábitos de
hidratación que sitúa al 41% de los murcianos en riesgo de deshidratación. En
la calle los peatones extreman las medidas y recomendaciones para evitar
problemas de salud durante este mes de agosto y aún así continúan los
problemas. La voracidad inmobiliaria y quienes la toleraron y alentaron son los
culpables. Nunca aprenderemos que la agresión al medio ambiente tiene un alto
precio que hay que pagar siempre. Como lo estamos pagando ahora. Como lo
pagaremos en el futuro.
(REDACCIÓN)

