
Como todos los años, en la tarde del día de San Roque, se celebra la
tradicional carrera de cintas, donde niños y niñas intentan conseguir, montados en su bicicleta, una cinta que podrán cambiar por un regalo, aunque como de
costumbre, todos los participantes suelen recibir un obsequio. Se trata de
una tarde amena en la que se congregan en la plaza los
participantes, pero también sus padres y demás vecinos para animarles. Hace décadas esta
carrera de cintas ( y de ahí viene su nombre) consistía en unas cintas artísticamente bordadas por las muchachas del pueblo que los jóvenes debían conseguir. Si lograban desenrrollar la cinta y ganarla subían al escenario donde la chica que la había bordado (en realidad era un artístico pañuelo) se la colocaba al cuello y daba un beso al ganador, exhibiendo éste muy orgulloso su trofeo. Incluso hubo algunos noviazgos que nacieron así. Pero los tiempos cambian y este festejo fue cayendo en desuso hasta que se optó porque fuesen los más pequeños quienes participasen en esta carrera, sustituyendo el artístico pañuelo por juguetes y regalos acordes a la edad de los participantes.

Al ser el 16 de agosto el último día de fiesta éste concluye con la procesión de la imagen de San Roque, que suele inciciarse hacia las 10 de la noche, haciendo su recorrido tradicional por las calles del casco urbano antiguo del pueblo, con participación de reinas juveniles e infantiles, autoridades, representantes colectivos y público en general. En muchas ocasiones la banda de música que acompaña la procesión suele dar un miniconcierto en la Plaza donde se monta también un pequeño castillo de fuegos artificiales y una
traca japonesa que recorre las cuatro calles del desfile tradicional: calle Amargura, calle Palmera, calle Horno, calle Mayor Rodrigo de Puxmarín y Plaza de la Iglesia. Un numeroso grupo de gente, especialmente jóvenes e incluso niños, suelen
correr la traca, mientras ésta va detonando y una vez finalizados estos fuegos de artificio se da el pasacalles final acompañados por la misma banda de música, considerándose ya oficialmente concluido el programa de las fiestas patronales. Luego viene una madrugada de carretillas, un evento que tiene sus partidarios y detractores aunque, en honor a la verdad, es una costumbre arraigada que se pierde en el tiempo, pues ya a finales delos años 40 se disparaban estos objetos pirotécnicos.

Este año, afortunadamente, no han ocurrido hechos que lamentar, salvo alguna pequeña quemadura, aunque muchos censuran la participación de gente demasiado joven e inexperta para una actividad que no deja de ser peligrosa. Ardieron algunos contenedores de basura, posiblemente de forma accidental, aunque sin mayores consecuencias y hubieron de intervenir los bomberos. Nada comparable, sin embargo, a la magnitud que esta costumbre adquiere en otras zonas levantinas cercanas. Y así concluyen las fiestas de manera definitiva.