EL RECIENTE ESCÁNDALO DEL LLAMADO WATERGATE VATICANO, O VATILEAKS,
HA SACADO A LA LUZ UNA MÍNIMA PARTE DE
LO QUE SE ESCONDE EN SUS BAJOS FONDOS Y LA LUCHA POR EL PODER ENTRE LAS
DISTINTAS SECTAS
El autor de este artículo de opinión advierte a aquellas personas de
profundas convicciones religiosas que algunos de sus párrafos pueden herir su
sensibilidad.
Podríamos decir que hemos retrocedido en el tiempo hasta la funesta época de los
Borgia, cuando los llamados Estados Pontificios y su capital, El Vaticano,
entonces mucho más poderoso e influyente, se convirtió en una guarida de
conspiradores y asesinos, además de ser el mayor prostíbulo de Roma. En aquellos
oscuros años se cometieron atropellos sin límite y aberraciones inimaginables,
crímenes a diestro y siniestro dentro de un grado de corrupción tan nauseabundo
que el olor de sus cloacas aún perdura a través de los siglos. Afortunadamente
hoy no tienen el amparo de su criminal y siniestra organización que se llamó Santa
Inquisición, para mayor escarnio;
tampoco les amparan ya las odiosas y católicas Monarquías que afortunadamente, en
su mayoría, han ido quedando en el lodazal de la Historia. Pero la bestia del poder negro aún sigue viva y coleando y hoy son la Mafia y la
Masonería dos de los muchos pilares sobre los que se asienta esta Ciudad-Estado
que siendo el más pequeño de Europa (con solo 0,44
km2 de extensión) es el que más tesoros y riquezas atesora La Banca vaticana no
solo participa en el descarado blanqueo de capitales, procedentes en buena
medida del narcotráfico y la pornografía, sino también obtiene pingües
beneficios por medio de su participación en empresas armamentísticas que tienen
un excelente mercado en países inestables donde la revolución o el golpe de
estado están a la orden del día, provocando centenares de miles de muertos a
los que podríamos añadir la devastación demográfica que suponen las muertes por
hambre e inasistencia sanitaria.
El secretismo más absoluto impera dentro de los muros vaticanos.
Hay una lucha larvada por el poder entre todo ese gremio de cardenales,
monseñores y demás cipayos, civiles o religiosos, que han constituido la mayor secta que se conoce,
empeñada en mantener el viejo “status” a cualquier precio. Y no toleran que
nadie, absolutamente nadie, se atreva a regenerarlo ni a poner orden dentro del
caos. Ahí tenemos el caso relativamente reciente
de aquel Papa, Juan Pablo I, que pretendió hacerlo y acabó siendo asesinado por
algunos de sus propios Cardenales, entre los que cabe destacar la satánica
figura del norteamericano Marcinkus, ente otros muchos conspiradores que existen dentro de la Curia romana.
La Iglesia Católica hoy es, esencialmente, una organización
mundana cuyo único fin es PODER y DINERO. Todo lo demás son demagógicas declaraciones
de unos principios religiosos que ellos mismos han ido desvirtuando hace mucho
tiempo y poco a poco se vacían más de contenido a medida que el avance de la
Ciencia cuestiona muchos de sus postulados. La llamada Iglesia de los pobres es una pura entelequia, una figura retórica y
una mentira grotesca, sencillamente porque no existe. Solo hay un desenfrenado
afán de poseer y atesorar riquezas y en este sentido apunta todo cuanto ya se
conoce, desde hace mucho tiempo, y las filtraciones que recientemente han aparecido en la prensa,
promoviendo un escándalo a nivel mundial que demuestra la verdadera situación
existente en su seno y los entresijos de esa constante lucha por el poder absoluto
dentro del Vaticano. En esta línea se podrían insertar todas esas jugosas
donaciones económicas que desde distintos puntos recibe, como ese famoso cheque
de 100.000 euros entregados por el director de la UCAM de Murcia (una simple
entrega, de los millones donados anteriormente) que al final fue a parar a
manos del secretario personal del Papa y dado a conocer junto a una
documentación extremadamente comprometedora. Cuando estos casos trascienden a la luz
(¿imaginan los que quedan en el más impenetrable silencio?) uno se pregunta
bajo qué concepto ético se puede justificar esta secreta afluencia de dinero a
raudales, aunque se entreguen –hipotéticamente- para el llamado “Óbolo de San
Pedro” una supuesta y piadosa obra de ayuda a los pobres, aunque siempre se
ignora a qué fines reales van destinados. No deja de ser curiosa la forma de mentir
sobre el verdadero fin de esas cifras millonarias. En Italia se habla
abiertamente de que ese capital iba a servir para comprar voluntades y pagar
silencios, una práctica que ya viene siendo habitual en la católica Iglesia,
donde la maquinación de los grupos sectarios que allí confluyen para lograr
mayores cotas de poder han declarado una
lucha abierta que a nadie escapa y, lo más grave, es que esto representa solo
la punta del iceberg. Pero como ocurre siempre con todos los intereses
bastardos untados de riquezas, más
pronto que tarde, se extenderá un tupido velo de silencio y al final todo
quedará en una mera anécdota. El dinero tapa muchas bocas y sacia muchos
estómagos y cuando éste existe en forma de manantial inagotable, el silencio
que provoca es más impenetrable todavía. Así es, en el fondo, el método de
supervivencia de una organización que hace ya muchos siglos se apartó de su
verdadero camino espiritual y optó por el práctico pedregal de la más descarada
inclinación a los bienes materiales, menos trascendentes quizá, pero
infinitamente mucho más sustanciosos.
M.J.S.