LA INFORMACIÓN SOBRE EL INUSITADO DESTROZO DE UNA PINTURA AL
FRESCO, EN UNA IGLESIA ZARAGOZANA, TRASPASA LOS LÍMITES DE NUESTRO PAÍS Y SE HACEN ECO TAMBIÉN MUCHOS INFORMATIVOS INTERNACIONALES
Si existe un viejo refrán que dice: “de grandes cenas están las sepulturas llenas”, podríamos confeccionar
otro que dijera: “de descontrolados
restauradores, hay destrozos a millones”. Este parece ser el caso de una
señora octogenaria metida a restauradora aficionada en la parroquia de Borja, Zaragoza.
Sus indudables buenas intenciones no han evitado que un fresco al óleo de
principios del XX, obra del pintor local Elías García Martínez, que se encuentra en el interior del templo, haya quedado
hecho unos zorros a juzgar por las imágenes que medios de comunicación y
cadenas de televisión, nacionales y extranjeras, han mostrado, haciéndose eco
de un hecho que, en principio, parecía
intrascendente y anecdótico.
No deja de ser un caso curioso aunque es habitual en
determinadas iglesias que gente cercana a la parroquia y con la aquiescencia o permiso de su titular, adopte por su cuenta y
riesgo unas decisiones que muchas veces y como en este caso destrozan el
patrimonio histórico-artístico. Esto viene siendo bastante habitual en muchos lugares de la geografía española sobre todo en lo que concierte a documentación, libros antiguos y
determinados ornamentos, e incluso imágenes. La responsabilidad última es del
párroco de turno que es quien debería controlar a estos colaboradores que,
inconscientemente a veces, causan daños irreparables. Volviendo al caso de
Borja, y aparte del revuelo mediático suscitado tanto a nivel nacional como en el extranjero, el
ayuntamiento de la ciudad ha requerido a un grupo de expertos para que intenten
remediar el desaguisado, aunque por las imágenes ofrecidas del antes y el
después de la “restauración” muy difícil lo van a tener.
(AGENCIAS)

